En la actualidad, en plena era de la
globalización, la lengua inglesa es la lengua considerada símbolo apto en
aspectos de globalización, diversificación, progreso e identidad.
En este
artículo, profundizaremos sobre los factores que conducen a que esta lingua
franca sea reconocida mundialmente como idioma global en el siglo XXI:
We have
entered a period in which language and communication will play a more central
than ever before in economic, political and cultural life –just at the moment
in history that a global language has emerged (Graddol,
2000: 3).
Existe la creencia de que una lengua
global es aquella que se habla en más países en el mundo como lengua materna,
como el caso del idioma español, sin embargo, este hecho no es condición para
que se le considere un idioma global. Según Crystal (1997), un idioma toma un
status global cuando desarrolla un “rol especial”. Una lengua puede adquirir un
status de dos maneras: como lengua oficial o como segunda lengua. En el primer
caso, una lengua es reconocida como lengua oficial cuando es considerada
vehículo de comunicación en actos oficiales, en el gobierno, en las leyes y en
el sistema educativo, así como en todos los medios de comunicación y “segunda
lengua” cuando es considerada complemento de la lengua materna o de la primera
lengua.
En la actualidad, el papel de la lengua
oficial está mejor ilustrado por la lengua inglesa, que tiene un status
especial en setenta países. Este factor contribuye a que la lengua inglesa esté
muy por encima de otras lenguas aunque el francés, el alemán el español el ruso
y el árabe están entre las que han desarrollado un considerable uso oficial.
Debemos considerar que un idioma tiene una función especial en el país donde se utiliza cuando se le considera lengua oficial y si, además, es considerado como idioma de importancia en la enseñanza de lenguas extranjeras. Sin embargo, debemos aclarar que el hecho aislado de que el inglés como idioma extranjero sea el que se enseña en más países en el mundo no es suficiente para clasificarlo como un idioma global. De hecho, existen muchas teorías que intentan explicar por qué una lengua consiga tener éxito internacional.
Se ha llegado a extender la teoría de
que el inglés está considerado como una lengua internacional debido a que su
estructura es menos gramatical que la de otras lenguas. En defensa de la
estructura del inglés, Crystal (1997: 7-8) expone que esta no es la razón por
la que este idioma es más utilizado: una lengua no se convierte en lengua
global por sus propiedades estructurales o por la gran cantidad de vocabulario
que contiene o porque haya sido la lengua vehicular de la literatura en el
pasado.
No debemos obviar que, a través de la
historia, varias lenguas han sido influyentes y consideradas lenguas globales
en su momento, como el latín que, a pesar de las declinaciones y de la diferencia
de género, durante un milenio fue la lengua internacional debido al poder
militar y, posteriormente, el idioma internacional de la educación y de la
iglesia católica, o el francés que también tuvo su reconocimiento como lengua
poderosa e internacional, ya que durante un siglo fue considerado el idioma de
los diplomáticos. Los factores estructurales o gramaticales de una lengua
pueden motivar a su estudio pero no es el motivo principal de que una lengua se
extienda internacionalmente (Crystal, 1997: 7-8).
En esta misma línea otros lingüistas,
como Kachru (1986) o Kaplan (2000), defienden que el dominio del inglés sobre
otras lenguas procede de factores externos y no precisamente de su potencial
innato, ya que el inglés no tiene cualidades intrínsecas que hagan atractivo su
aprendizaje debido, sobre todo, a la dificultad que conlleva dicho aprendizaje.
Entre los factores que conducen a que una lengua sea global destacan el poder
militar, político y económico. De hecho, hay una estrecha relación entre el
dominio de la lengua y el poder cultural, técnico, económico y político (Kaplan
y Baldauf, 1997:16). De todos ellos, el factor más poderoso para que un idioma
sea global sin duda, la economía, sin una base fuerte de poder, ninguna lengua
puede progresar como medio de comunicación internacional.
La necesidad de comunicación y el creciente
contacto entre los países han propiciado que la lengua inglesa se convierta en
la lengua internacional en nuestros días. El inglés, además de ser uno de los
idiomas oficiales de las Naciones Unidas y otros organismos internacionales, es
el idioma de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), es el
“vehículo de comunicación” en el mundo de la diplomacia, la información
científica y tecnológica, o como afirma Crystal (2001), por la difusión en
Internet. Hoy en día, aproximadamente entre el 80 y el 85% de información
científica y tecnológica está escrita en inglés (Kaplan, 2000; Mauranen, 2003:
513-527), además de ocupar un lugar relevante en el ámbito socio-cultural,
debido al cine, la televisión y la música.
The story of
English in the 20th century has been closely linked to the rise of the US as a
superpower that has spread the English language alongside its economic,
technological and cultural influence. In the same period, the international
importance of other European languages, especially French has declined (Graddol, 2000: 8).
Hechas estas consideraciones,
concluimos que, propiciado por el emergente fenómeno de la globalización, el
conocimiento del inglés se ha convertido en un requisito indispensable para la
comunicación mundial.
En este proceso, reconocidos lingüistas
muestran preocupación por el peligro que conllevan estas ideas reduccionistas
de unificar las lenguas y abogar por una única lengua y cultura. Según Crystal
(2000), el hecho de que exista una lengua global la sitúa en una situación de
poder lingüístico. Los hablantes nativos de la lengua considerada global
podrían estar en una situación de privilegio respecto con otras personas que la
tengan que aprender como lengua extranjera oficial. Para reducir esta
“desventaja” se puede enseñar la lengua materna a una edad temprana, en
educación infantil, y si esta se mantiene de manera continuada y apropiada se
la competencia lingüística alcanzada será la de bilingüismo, para lo que los
niños, según Crystal (1997: 20), están preparados.